sábado, 29 de enero de 2011

Capítulo XVI


 El Martillo los vio marcharse como hacían casi todas las noches. Esperó desde un rincón en la escalera acechando el 6-B, el apartamento del sexto y último piso del edificio.
 Allí vivía Scarlet y un hombre, que de seguro era su amante.
 ¿Cómo daría el golpe? Debía secuestrarla cuando estuviera sola, tal vez entrar al apartamento- si es que éste no tenía muchos cerrojos- o esperar a que saliera y atraparla.
 Se escondió por la escalera de incendios ahora, por si alguien más salía. Y en efecto, alguien más salió, y fueron dos hombres, y El Martillo ahogó una exclamación:
 -El negro- recordó enseguida lo que Rocco había dicho, lo que causó que Scarlet se fuera del Break O´Dawn- es cierto lo del novio negro, el que le disparó a Luisito-
 Michael y Simon estaban, en efecto, en la puerta del apartamento, porque antes de irse Michael le pregunta por pura casualidad:
 -Por cierto ¿Alguien de los que vigila el edificio es un hombre bajo y regordete?- se acordó al fin. Simon se puso muy serio y respondió secamente:
 -Michael, yo no conozco a nadie bajo y regordete, por ahora-
 El Martillo desde su escondite vio que los dos hombres se alteraron y salieron corriendo del lugar ¡Que maravilla! Le dejaron el paso abierto hacia Scarlet Jones ¿O tal vez no? El Martillo se puso nervioso y empezó a oír pasos por las escaleras. En definitiva tenía un mal presentimiento y aquel no era el momento de hacer nada. Actuaría de día porque de noche aquello estaba demasiado concurrido y vigilado.
 De nuevo apareció el hombre Italiano de treinta y siete años en el pasillo del apartamento, y con un arma en la mano, así que El Martillo se marchó escaleras abajo huyendo del piso; eran las escaleras de emergencia externas, que nadie las frecuentaba. O eso creía él.
 Bajó tres de los seis pisos por allí y no viendo otra salida, saltó al techo del estacionamiento. Muy ágil era para ser un hombre gordo.
 Pero alguien que frecuentaba aquella vía lo esperaba y El Martillo no podía creer que el cazador se había convertido en presa.
 El hombre de traje blanco lo siguió y lo derribó en un dos por tres, poniéndole el cañón de una pistola en la boca. Pero El Martillo no era tan fácil, de una patada en el pecho tumbó a Michael y se dispuso a pararse y huir. La pistola se le había salido en el ataque así que el no pudo alcanzarla ni tenía tiempo para dispararle a Michael.
 Mientras, Michael, más joven y mucho más ágil, no tardó en recuperarse y aún con el arma en la mano arremete contra el hombre que escapaba disparándole en el pecho. Los disparos retumbaron en la noche.
 Aunque no pudo acertar, Michael logró herir al hombre y dejarlo indefenso.
 -¿Quién eres?- espetó Michael - ¿Te mandó Antonio?- con fuerza se había colocado encima del hombre para inmovilizarlo y el cañón de la pistola se la clava por debajo de la quijada.
 Los muchachos que habían quedado en el edificio se acercan al lugar atraídos por el bullicio y los tiros, y salieron por la escalera de emergencias.
 El Martillo estaba perdido ahora que más hombres se le acercaban. Por primera vez sentía la derrota.
 -¡Habla! ¿O quieres que te saque los ojos y te deje desangrándote?- amenazaba Michael mientras los otros hombres se acercaban ya por aquel techo.
 Se sintió como un imbécil pues estaría bien ahora si no fuera por los caprichos de una mujer desalmada. El Martillo ya no sentía ninguna lealtad por Annie, y ahí derrotado, se adueñó de él el odio.
 -¡Habla!- un puñetazo le sacó varios de sus dientes amarillos Porque aunque no lo mostrara, Michael estaba enfurecido. El hombre se reía, no sería fácil sacarle información, así que Michael recurriría a medidas extremas- No sabes de lo que soy capaz- y con la mano con que golpeaba el rostro del Martillo saca una navaja de su bolsillo- Habla, o te sacaré los ojos-
 Todo el mundo estaba atento a cómo se desenvolvería aquella impresionante escena.
 Derrotado y desfallecido, El Martillo decide que su último aliento no sería por lealtad hacia Annie Gilardino.
 -Yo no soy quien debe preocuparte, muchacho- habló cuando ya el cuchillo se le clavaba por un lagrimal- Yo no soy el que anda detrás de tu noviecita, ni Antonio tampoco-
 Aquello dejó perplejo a Michael.
 -¿De qué hablas?- y le tembló las armadas manos que también sostenían al herido.
 -De Annie Gilardino, chico, ella es quien pide la cabeza de tu novia… o algo peor, algo muchísimo peor que lo que quiere Antonio- las fuerzas se le iban pero Michael lo mantenía vivo obligándolo a hablar –Cuida a tu querida Scarlet, amigo… de Annie- alcanzó a decir y murió.
 -¿Qué dijo, Michael?-  Tony y Bob se acercaron a ellos.
 Michael se quedó frío y no respondió.
 -Aguantó bastante este tipo, si no tuviera un pie fracturado por el salto que dio desde aquella escalera, tal vez, Michael, no hubieras podido vencerlo- comentó Tony, y ya recogían el cuerpo del hombre mientras Michael lo miraba en silencio.
 Simon también llega al lugar, seguido por Scarlet, quien corre a los brazos de Michael.
 Él la abraza con fuerza, como si con eso la apartara de aquellos que querían hacerle daño. Por primera vez el criminal de blanco tendría que encargarse de una mujer.

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 Nadie se fue del apartamento en todo el resto de la noche. Hice café para todos aunque no era lo ideal para Michael, quien ya estaba bastante alterado.
 A él le gustaba más el vino y además la bebida le entonaba el espíritu.
 Michael contó todo y, al terminar, Simon me lanza una mirada alarmante.
 -Tal como te dije, Scarlet ¡Annie Gilardino!- exclamó impresionado.
 Me apreté contra el pecho de Michael porque ya era bastante con saber que Antonio y sus secuaces me perseguían como si yo fuera una miserable liebre ¿Ahora también Annie? Me afligí tanto que ya no vi nada más para mí que una muerte espantosa.
 -¡No lo aguanto más!- salían mis palabras golpeadas contra mis labios- ¡No lo aguanto más!!!-
 -Voy a tomar medidas en el asunto, Scarlet, no te preocupes- fue lo que dijo Michael pero no dio más detalles y nadie le preguntó.
 Michael se quedó con nosotros al igual que los demás hasta el amanecer. Tony y Bob eran los otros.
 -Algún día se mudarán todos- comentaba Simon durante una pausa- Todos estos vecinos, ya sospechan que por aquí ronda la Cosa Nostra. Se mudarán-
 -Tanto mejor para nosotros- dijo Bob ante esto con una sonrisa socarrona- Así podremos mudarnos nosotros aquí. Es un sitio bastante bueno-
 Y ése era el plan ciertamente, los chicos querían mudarse todos a una misma zona porque así no solo se tenía el control de la zona sino que también se tenía protección.
 Así pasamos el Viernes y Michael me dio todo su apoyo porque yo ya estaba desesperada.
 La policía hacía redadas por todas partes, pero en ningún momento se acercó por el West 24th. Y yo me preguntaba por qué.
 Durante la cena, que Michael y yo preparamos- puesto que Simon salía mucho con excusas de trabajo, pero yo sé que solo quería dejarnos solos- Michael me sostiene la mano con dulzura y me dice:
 -Quisiera que mañana fuéramos al Bachelor´s Grove-
 -Pero…- la idea me encantó pero era una locura salir en aquella situación – Mike, no debemos salir-
 -Necesitamos ir- me dijo simplemente así- tú y yo, Scarlet, debemos ir, necesitamos ver a nuestras familias-
 Un triste silencio cayó sobre nosotros y nuestras manos juntas lo decían todo.
 -Me hubiera encantado que mis padres estuvieran vivos ahora y pudieran conocerte y saber que soy feliz…- la comida se cocinaba entre muchos aromas- Mi hermanita sería ya una hermosa señorita-
 -Michael…- lo consolé porque no quedaba más nada. Solo teníamos la comida adelante como único objetivo y nos quedamos callados.

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 Simon no haría nada, aquel Sábado se quedó en su cuarto solo viéndonos partir por una callejuela de atrás, Michael con su traje y sombrero blanco y de su brazo iba yo, con un vestido y un abrigo.
 Nadie podía impedir el destino, aquello ya estaba fuera de sus manos.

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