sábado, 29 de enero de 2011

Capítulo XV

 En el mundo de la mafia, la vida de una mujer no valía nada.
 Éramos inferiores en un territorio gobernado por la Mano Negra y La Cosa Nostra. Pero eso estaba a punto de cambiar en este nuevo bajo mundo que yo y mis amigos estábamos conformando.
 El viejo orden del crimen organizado de la tradición Italiana no nos controlaría más.
 Pero ahí estaba Annie, una jefa en la tradicional y estrictamente Siciliana Cosa Nostra ¿Qué sería de ella? ¡Oh pobre Annie! Yo le pronosticaba que caería como una boba en las garras del verdugo de su marido ¿O tal vez no?
 Pero Odette, no tenía duda que, inocente o no, eso no se lo dejaría pasar la mano manipuladora. Y estaba claro que a Simon no le importaba nada, la consideraba otra más de las mujeres de la noche que todo lo hacían solo por dinero.
 Mi angustia era profunda, los Gilardino estaban cerca, había sangre y balas en las aceras y en los bares, en los hoteles y casinos.
 Llegarían a nosotros tarde o temprano.

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 Annie salía de su mansión del Round Lake Beach como si nada de lo que ocurría fuera asunto de ella, iba muy acompañada por El Martillo. La noche era hermosa y le hubiera gustado ir a bailar… pero ella era muy astuta e intuitiva así que sospechaba que su situación con Antonio se pondría alarmante y creía que debía irse preparando para pasar unos días en su lujoso apartamento propio del North Value.
 -Un amigo de la cantantucha habló, querido ¿Qué te parece?- la mujer sonó socarrona  y descaradamente.
 -Hum- El Martillo solo gruñó.
 -Es asombroso el miedo que tiene la gente por aquí ¿Eh?- iba muy recostada del confortable asiento trasero del coche. El Martillo iba adelante, al lado del conductor. Las luces de la ciudad pasaban como rayos por las ventanas empañadas de humedad- El hombre habló y casi que no hace falta torturarlo. Dijo que él había visto a Scarlet irse con unos hombres en un coche negro Ford Deluxe 34 desde una calle del centro…hacia el oeste. Tal vez hayan ido a otros sitios, es verdad, pero querido, ten por seguro que ella está con esos hombres, o con ése hombre- y Annie encendió un cigarrillo –Quiero que vayas a ese Sandy´s y averigües si saben de esa mujer que se reunía en la calle con unos hombres de un Ford Deluxe 34 negro. Te sorprenderás de lo mucho que se acuerda la gente cuando le interesa de verdad. Vete al oeste de Chicago y encuentra a Scarlet. Ya sabes el trabajito que tienes pendiente-
 El Martillo, mirando a la mujer por el espejo retrovisor, asintió.
 -Mi marido está demasiado ocupado y ella puede aprovecharse de todo esto para escaparse-
 Y el automóvil siguió su rumbo al centro, donde los shows, la música, las luces y el crimen adornaban las calles.

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 Nosotros no podíamos saber que aquel hombre empezaría a merodear el West 24th más pronto de la imaginable, todo gracias a esos tontos datos que les había dado un empleado del hotel.
 Yo no salía mucho del apartamento, me mantenía allí escondida, aunque de vez en cuando salía una o dos veces. Por ejemplo, salía a recibir a Pipy por las mañanas cuando me traía los recados de Michael, sus mensajes de amor, y llevaba el cabello teñido de negro, así que ya no era esa mujer de hermosos cabellos pardo claro que solía ser. No creo que era fácil reconocerme. Sin mencionar el hecho de que vestía pantalones y camisas, o sea que tenía un look muy unisex.
 Pero El Martillo era un zorro, un cazador. Sabía lo de las flores y los mensajes secretos- que fue la razón por la cual fue asesinado Raúl- sabía lo del amante misterioso de Scarlet también. Así que un buen día de aquella misma semana, el hombre vio a Scarlet Jones, con cabellos negro y ropa masculina: pero era Scarlet Jones.
 Desde aquel Jueves, El Martillo montó guardia en el edificio de Simon, lo que sí no sabía todavía era que Michael se acercaba por las noches, y a veces también de día, porque no aguantaba la ansiedad y se paseaba por la zona aprovechándose- tal vez abusando- de que nadie tenía una descripción de él y los enemigos no sabían quién era.
 El Martillo planeó su jugada, se veía fácil atrapar a Scarlet allí, debía estar sola de día porque era de noche que su amante estaba en casa. Descubriría muy pronto que otros se acercaban al edificio de noche también, los “desempleados” debido a la clausura del Flamingo y demás amigos de Simon, todos del lado de los Santino.
 Él era el único ocupado de esos trabajos cuando todos los demás se encontraban en medio del conflicto. Si fuera por él, dejaría a la pobre chica en paz, pero su jefa había dado una orden irrevocable.
 Sería un trabajo muy desagradable.
 Esa noche los vio llegar, estaba el coche Ford Deluxe 34 y la gente llegaba y luego se volvían a ir, pero también también descubrió que uno de ellos, un Italiano como de unos treinta y siete años, parecía vivir allí. O sea que era el hombre con el cual vivía Scarlet.
 El Martillo se aventuró a esconderse en el edificio y averiguar en qué apartamento vivía el Italiano de treinta y siete años, que sospechaba era el amante de Scarlet, y así dar con el lugar exacto donde vivía ella.
 Así fue cuando la madrugada de ese Viernes, El Martillo vigila la reunión en casa de Simon, y ya sabía que Scarlet no salía con facilidad, así que debía atraparla entre intervalos, cuando los otros no estuvieran allí. Por lo tanto no sería posible hacerlo de noche, así que esperaría al amanecer y a que todos se fueran.

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 Mientras, en el apartamento de Simon, todos ignorábamos el peligro que estaba afuera de nuestra pequeña fortaleza. Guardaespaldas vigilaban siempre el edificio y a nuestra pandilla… pero habían hombres hábiles y capaces de evadirlos, desgraciadamente.
 Michael parecía presentir algo esa noche del Jueves, tal vez yo también, o tal vez era el paso del tiempo y que cada vez se acercaba la hora decisiva para todos. Estábamos nerviosos y preocupados.
 Me retiré muy cansada y muy preocupada por los trabajos que tenía Michael, no podía quitarme la angustia de encima. Me encerré en mi cuarto después de la cena.
 Michael se había quedado mirando por la ventana de la cocina un rato largo, y vio a Roberto Capelli y a Ruperth marcharse, por lo tanto la calle estaba concurrida por ese lado. Miró por todas las ventanas y otro de los guardaespaldas de Simon, uno bajo y regordete, se escurrió por el callejón derecho. ¿Un hombre bajo y regordete? Michael reaccionó, nunca había visto con Simon a un hombre con esa contextura. Se quedó atontado por un momento.
 -Scarlet está muy preocupada- le dijo la voz de Simon a su espalda, Michael olvidó al hombre bajo y regordete.
 Se quedó callado pero luego respiró hondo y dejó salir lo que tenía guardado desde hacía días.
 -Ella necesita un lugar donde quedarse- musitó como para sí mismo, pero Simon lo oyó y decidió que ya era hora de hablar algunas cosas.
 -Este es el lugar más seguro para ella. No hay otro lugar- Simon se sentó muy cómodamente en el sillón y Michael le dirigió toda su atención.
 -En otro lugar no podemos mantener una guardia las veinte cuatro horas del día sin levantar sospechas como aquí- continuó Simon como si estuviera dándole lecciones a Michael – Porque algunos de mis hombres viven aquí, aunque no tantos como quisiera, pero de todas maneras así se puede mantener una guardia disimulada ¿Ves?-
 -Es tu casa, no puede quedarse aquí para siempre- Michael sonaba tranquilo, pero Simon sabía que no lo estaba.
 -¿Qué es lo que pasa, Mickey? ¿No confías en mí todavía?-
 Michael no dijo nada, solo suspiró y Simon no sabía decir si le gustaba o no que lo llamaran “Mickey”.
 -He vivido con ella desde muchos años antes de que te conociera- le recordó Simon sin importarle si aquello daba cabida a malas interpretaciones o no. Entre ambos estaba surgiendo aquella pequeña rivalidad entre hombres que era infundada pero que siempre hubo entre ellos dos.
 -Pero Scarlet es ahora mi novia y mi prometida- replicó con su fina voz- Y me ama-
 -Sí, lo sé- Simon encendió un cigarrillo –Y sabes lo que eso significa ¿no? Me importa Scarlet y me preocupa. Y este es un mundo muy peligroso, Mike, y mucho más para una mujer. Necesita mucha protección-
 -Y yo se la daré- afirmó Michael con una mirada penetrante.

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