domingo, 16 de enero de 2011

Capítulo IX


 A las cuatro y treinta minutos de aquella madrugada, la calle West 24th se presentaba más lúgubre de lo usual. A esa hora la solitaria figura de un hombre se aparecía desde el cementerio Queen of Heaven, por donde estuvo vagando mientras esperaba la hora de la acción. Él visitaba mucho los cementerios porque allí podía encontrar una paz que no existía en otro lado.
 La luz del apartamento que vigilaba tardó mucho en apagarse, al menos eso le indicaba que Simon Pileo estaba en casa, muy ocupado hasta las tres de la madrugada, pero en casa.
 Llegó y entró al edificio subiendo hasta el quinto piso en medio de la absoluta soledad, nadie lo vio, y con habilidad, más una herramienta especial, forzó la cerradura del apartamento y sin hacer el más mínimo ruido la puerta se abrió.
 Oscuridad casi total, una débil lucecilla le indicó que el hombre estaba en su cuarto y despierto todavía, así que más silencioso que un gato se escurrió hasta allá y, sosteniendo un trozo de soga en la mano, atraparía al hombre por el cuello para ahogarlo y quitarle las fuerzas. Si no, usaría su Walther para herirlo y así poder interrogarlo.
 Esperaba hacerlo hablar antes de las seis y lo más probable era que no llegarían las siete sin que Simon Pileo estuviera muerto.
 Después de una noche como aquella, Simon no podía estar alerta para prevenir aquel ataque, por lo tanto el criminal de blanco lo atrapó por sorpresa, no vio absolutamente nada, solo sintió cómo lo atrapaban por detrás colocándole una soga al cuello.
 El atacante lo sostenía por detrás y Simon se aferraba a la cuerda desesperado tratando de quitársela, pero no podía, se agitó como loco pero tampoco podía zafarse de quien lo agarraba por detrás. Se ahogaba, perdía las fuerzas, pero no dejó de luchar y de patear; rompió laa mesa de noche y la pequeña lámpara que iluminaba el cuarto cayó al suelo haciéndose pedazos, y ya no hubo más luz.
 Las patadas cesaban porque Simon ya no podía más, sus ojos se le salían de las órbitas.
 -¡Michael!- exclamó una mujer casi sin voz desde algún lugar en la oscuridad. Los hombres continuaban forcejeando hasta que alguien encendió la luz del cuarto y el aturdido el criminal de blanco aflojó la soga de la sorpresa que se llevó. La mujer que lo había sorprendido en el cuarto era Scarlet Jones.
 -¡Michael, no lo mates!- chillé yo asustada y él soltó a Simon, quien cayó al suelo.
 Los dos nos quedamos pasmados sin creer lo que veíamos. Yo había acudido al cuarto de Simon al oír el forcejeo y en medio de la penumbra pude distinguir su traje blanco y su sombrero del mismo color, y aunque no lo creyera, supe que era Michael, así que grité y apenas me salía un hilo de voz. Ahora él me asustaba, pero no podía permitir que matara a Simon.
 -¡No lo mates, no nos hagas daño!- lloré desesperada por aquella noche de pesadilla.
 Él se quedó parado porque no creía lo que veía y no pudo hablar, pero estaba profundamente herido al encontrar a su Scarlet allí con aquel hombre en medio de la noche, aquel Italianucho mafioso. Estaba herido y totalmente confundido.
 -¿Qué haces tú aquí? ¿con él?- Michael tenía mucho temple y hablaba siempre con mucha suavidad, pero ahora se notaba un dejo de rabia en su voz -¿Por qué lo defiendes?-
 Yo entendía enseguida su dolor aunque era él quien estaba en una situación peor.
 -¿Tú conoces a este hombre, Scarlet??- intervino el más aturdido de los tres, Simon.
 -Él es Michael, Simon, de quien te hable- le expliqué ya con más calma y ayudándolo a pararse.
 -¿Y qué rayos? ¿Por qué me ibas a matar??- Simon estaba alterado.
 Michael no le hacía caso, solamente me miraba a mí. Y cuando vio el estado en que me encontraba, sucia, sangrante, su actitud cambió.
 -Yo sé que tú no eres así- le dije a Michael con toda honestidad- Tenemos que hablar, tengo mucho que decirte-
 Lo primero que pensé era que Michael había venido y atacado a Simon por celos, porque me encontró allí en su apartamento. Pero esa idea no me la explicaba, no había manera de que Michael supiera sobre Simon, que yo lo conocía, y que yo me encontrara allí esa noche… pero siempre habían formas de enterarse y mi amigo de blanco era el más hábil de todos los criminales.
 Me encontraba incómoda entre estos dos hombres que no le tenían miedo a nada, y en medio de una situación comprometedora. Si no mediaba entre estos dos gangsters, terminarían cosiéndose a balazos.
 -Michael, escucha- suspiré de agotamiento –Simon es mi amigo-
 -¿Qué haces aquí esta noche, Scarlet?- él no se movía, no dejaba de tocar su Walther ni de mirar con desconfianza a Simon -¿Qué te pasó? ¿Por qué estas así? ¿Te hizo algo ése?-
 Simon entendió que no debía meterse entre nosotros dos.
 Yo miré a Michael con dolor y me quité la venda de mi mano derecha para que viera mis heridas:
 -Huí del Break O´Dawn, Michael, hace apenas unas horas…-
 -¿Qué te pasó?- a él le perturbaba ver mi estado, mis golpes y mis heridas, y el vestido manchado de sangre.
 -Antonio Gilardino la atacó- intervino Simon que sabía lo mucho que me perturbaba hablar del asunto –La iba a matar y tuvo que huir a las calles-
 Michael para nada confiaba en él.
 -Solamente Simon podía ayudarme. No tenía a nadie más a quien llamar, ni a dónde ir- yo me había sentado en la cama, aún débil y cansada.
 -¿Estás bien? ¿Qué pasó, qué te hicieron?- preguntaba casi sin voz.
 -Oh, Michael, no sé por dónde empezar- lloré. Había llegado histérica a contarle todo a Simon, que ya de por sí sabía muchas cosas. Pero Michael no sabía nada de mí.
 -Antonio se enteró de sus encuentros- prosiguió Simon ayudándome a esclarecer el asunto- Por eso la atacó-
  Michael sintió una oleada de culpa y se dejó caer sobre la cama al lado mío, aún muy perturbado por todo.
 -Te lo advertí, Scarlet, fue lo último que pude decirte ayer…- y no siguió porque recordar lo del café le resultaba muy doloroso, tuvo que cambiar de tema –Ese hombre, nunca entendí por qué trabajabas allí. Incluso llegué a pensar que eras su cómplice-
 -Y yo tampoco entiendo nada de ti, Michael- lo miré severamente, también recordando la tarde en el café cuando Clarissa estaba viva… - Dime, ¿tengo razones para confiar en ti?-
 -No, claro que no- bajó la cabeza, su sombrero otra vez le tapaba los ojos por completo.
 -¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste que yo estaba aquí? ¿Me seguiste? ¿Estuviste acechándome esta noche también?- inquirí.
 -No, Scarlet, no. Yo nunca estuve acechándote, yo nunca te haría ningún daño. Tú sabes bien por qué te buscaba- no me miró y tampoco mostraba la cara.
 Simon estaba muy incómodo porque me celaba, porque no confiaba en Michael y porque aquella conversación era ya muy privada para él. Pero debía estar allí y debía aceptar lo que había entre Michael y yo.
 -Irrumpes por sorpresa en este apartamento y atacas a Simon ¿Por qué?-
 -Eso es entre él y yo- al fin Michael se dirigía a Simon.
 -Amigo ¿Y de dónde te conozco yo a ti?- soltó éste molesto y Michael alza la cabeza, aunque el ala de su sombrero seguía tapándole los ojos.
 -Sé para quien trabajas y para quién trabajaste- respondió fríamente sin referirse exactamente a la pregunta que le había hecho Simon.
 -Yo también sé eso- intervine yo- Pero hice voto de silencio, por Simon. Porque ha sido él quien me ha estado ayudando-
 -Entonces yo no estaba tan equivocado- replicada Michael dolido –Sí eres una cómplice, pero de Los Santino-
 Simon perdió la paciencia, pero yo en cambio sabía que tenía algo de razón.
 -Sí, eso es lo que parece. ¿No se dan cuenta? Todos aquí somos iguales- dije con tristeza –Todos somos gangsters, los tres, así que atacarnos uno al otro por eso, está fuera de lugar-
 -Mira tú, niño, ella ha sufrido mucho- espetó Simon  a Michael –No sabes ni la mitad de lo que pasó-
 -Scarlet, ¿A qué se refiere? Por favor, no me sigas ocultando nada- rogaba la cantarina y suave voz de Michael.
 -Antonio… asesinó a Clarissa- y mis lágrimas no me dejaban hablar, me paré de la cama inquieta. Michael estaba muy conmovido, se levantó de la cama y se acercó a mí, quería abrazarme. Él también sentía pena por la noticia: aquella chica le había dado la felicidad a de saber que Scarlet lo amaba.
 –Mandó a su hijo Rocco a torturarlos y matarlos, a ella y a su amigo Raúl- explicaba Simon - Les sacó información, ahora ellos saben de ti también-
 -Creo que ahora los tres estamos involucrados en lo mismo- suspiré.
  Michael mantuvo mucho la compostura, pero no dejaba de mirar mal a Simon.
 -Quiero hablar contigo a solas- me pidió y yo le hice un gesto a Simon quien accedió a regañadientes.
 Salimos del cuarto hacia la pequeña cocina que tenía una ventana que daba a la avenida. Michael estaba muy callado y con la cabeza gacha, y no me hablaba.
 Al pararnos junto a la ventana le quité el sombrero al fin y le alcé el rostro para contemplar sus ojos. Aquellos ojos negros me atravesaron el corazón y su afable rostro de niño no concordaba con lo que había visto y oído de él.
 -Soy un sicario, Scarlet- me abrió su alma al fin- y ahora voy detrás de los que asesinaron a mi familia y me convirtieron en esto que soy ahora, un sicario al mejor postor-
 -Por eso perseguías a Simon entonces- le hablé con suavidad.
 -Si-
 -No te avergüences Michael, recuerda que todos estamos igual- lo consolé.
 Su historia me conmovió y yo no podía odiarlo ni juzgarlo, lo amaba aunque me había resistido a aceptarlo.
 -No te imaginas lo mucho que te pareces a mí- susurré al fin y quería contarle todo de mí. Él sin embargo se sorprendió con lo que le dije.
 -Mi padre era el dueño del “Club 30´s” hasta hace diecisiete años- me reveló y aquello me hizo abrir mucho los ojos- Creo que conocí a tu madre, recuerdo cuando cantaba “La voz de la noche” allá en el club-
 Yo no podía más, me aparté de él y miré hacia la ventana por donde entraba un fresco aire. Michael me buscó tomando mi brazo.
 -Háblame, Scarlet, puedes confiar en mí, te lo aseguro- me susurró muy cerca del oído, sentía su calor y su perfume, aquella cercanía me excitaba.
 Él me hizo voltear y, cuando me vio, descubrió que lloraba. Conmovido me quería abrazar y quitarme las penas del corazón, y yo quería refugiarme en él.
 -Antonio Gilardino quería el “Club 30´s” para él- confesé,  le diría todo lo que sabía de esa familia aunque arriesgara mi vida. Mi rabia e impotencia eran ya abrumadoras –Y él asesinó a mi madre-
 Así Michael lo entendió todo y las piezas de su rompecabezas se armaron. Secó mis lágrimas con sus manos y estaba muy cerca de mí, su suave respiración me embriagaba.
 -¿Antonio Gilardino?- pronunció cada letra con ira comprimida -¿Él? ¿No te das cuenta? Él también asesinó a mi familia- y él al fin había encontrado la respuesta que buscaba en mi tragedia. 
 Aquel impactante encuentro nos hizo creer en el destino e irónicamente ya los Gilardino no nos importaban, Michael simplemente acercó sus labios a los míos y yo lo dejé hacerlo muy sorprendida de mí. Michael me besó.
 Sólo un contacto y borró de mi mente todo recuerdo de Antonio, de Clarissa, del Break O´Dawn, su beso fue como un hechizo.
 Terminé abrazada a él, con toda la desinhibición que causaba la desesperación, y llorando sobre su pecho, y él me aferraba fuertemente rodeando con sus manos mi estrecha cintura, como si abrazándome se aferrara a su misma vida.
 -Perdóname, Scarlet- me susurraba al oído y su blazer blanco desprendía un aroma a tela nueva. Él era un hombre delgado pero bastante fuerte y esa fortaleza me la transmitía con su abrazo, esa temeridad y ese temple oculto bajo un rostro gentil, pasaba a mí gracias a sus besos.
 -Tú no tienes por qué pedir perdón, yo soy la que tiene que pedir perdón, porque por mi cobardía murió gente inocente. Mucha gente- sollozaba, humedeciendo el cuello de su camisa azul –Estuve cinco años fraguando una venganza que terminó siendo mi propia derrota-
 -No es una derrota, amor, y no era una tarea fácil. Ni el más intrépido de los hombres logra una venganza así de manera impecable. La venganza trae consigo dolor y muerte, castigo e injusticias. Yo vine a matar a alguien que tal vez no se lo merecía- se avergonzó Michael.
 -Todos somos víctimas de las circunstancias. Simon también lo es, lo conozco desde hace tiempo y nunca estuvo involucrado con lo del “Club 30´s”-
 -Lo sé… y lo siento… en verdad-
 Ya sus brazos habían dejado de aferrarme y nos mirábamos a través del resplandor de la ventana.
 -Nos ayudaremos, todos. Lo importante es que ya sabes quien fue el responsable de la masacre que marcó tu vida- aseguré y lo besé con amor.
 -El capo di tutti capi-  agregó al fin.
 -Sí, es él- sentencié y a continuación Michael pudo ver la ira en mis ojos- y hay que matarlo-
 Él sonrió cuando dije eso y sintió un placer enorme.

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 Amaneció con unos tenues rayos de sol apenas proyectados por sobre los edificios que poblaban la ciudad. Hacía frío y ahora con la luz del día se podía apreciar que el apartamento de Simon estaba muy modestamente amoblado.
 Nos pasamos el resto de la noche abrazados frente a la ventana de la cocina y viendo hacia la calle que daba al cementerio Queen of Heaven, yo descansaba sobre su hombro y él me contaba que había estado en aquel cementerio antes de venir acá. Le gustaba pasear por cementerios porque cerca de la muerte se sentía cerca de su familia. Sonaba duro pero era cierto.
 Yo le conté que mi madre estaba enterrada en el Bachelor´s Grove y él nuevamente se sorprende porque allá también estaban su padre, madre y hermanita. Yo le dije que como nadie podía saber sobre mi madre, yo no podía visitar su tumba, porque así podrían descubrir quién era yo –sin mencionar que aún no le decía a Michael que “Scarlet Jones” no era mi verdadero nombre.
 Entonces Michael me prometió que me llevaría un día al Bachelor´s Grove.
 Mientras, Simon se había quedado en su cuarto todo el resto de la noche, y estaba muy confundido porque sabía que entre Michael y yo había algo verdadero, que en solo cuatro días de conocerlo, había nacido en nosotros algo que nunca hubo entre él y yo. Él debía apartarse, tan simple como eso, él estaba de más.
 Cuando entró a la cocina nos vio abrazados y le dio vergüenza de ser un intruso en eso que se presentaba como un naciente y apasionado amor verdadero.
 Se sentía celoso pero a la vez no podía odiar a Michael porque me hacía feliz a mí, y Simon se sorprendió de su falta de egoísmo.
 Cuando yo lo vi llegar, le invité a entrar, después de todo era su casa.
 -Perdóname por lo de anoche- se adelantó a decir Michael volviendo a ser el caballero que conocí en el casino –Te agradezco todo lo que has ayudado a Scarlet-
 Simon aceptó la disculpa con un gesto.

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