miércoles, 30 de marzo de 2011

En pausa, por ahora

Mi primer post desde mi BlackBerry LOL y oyendo "Heaven and Hell" de Black Sabbath.

Bueno, mensaje para los lectores de este fanfic (Los que sean, porque no todos se reportan alguna vez...)

¡UF,Estoy muy ocupada! Pero esta historia la terminare apenas pueda, pero x ahora está en pausa.

jueves, 17 de marzo de 2011

Capítulo XIX


 Michael me estaba entrenando, me enseñaba a ser fuerte en este mundo. No solo el uso de la pistola- que ya me lo había enseñado- sino también otras técnicas y clases de armas. Me enseñó el mundo más allá de mi burbuja y a no tenerle miedo a las cosas a las que le tenía miedo.
 Yo le di aceptación, amor y salvación por sobre todas las demás cosas.
 La noche que mató a Annie fue una noche muy difícil para él, regresó antes de las doce como me prometió- yo no pude pensar en la boda ni en nada sin dejar de preocuparme por él- lo vi llegar en el coche desde la ventana y bajarse Michael y Tony, quien se había mudado al edificio “Vigilante” también. Simon siguió a su casa solo.
 La calidez, la compañía, la comprensión curaron al criminal de blanco esa noche del trago amargo de su misión más difícil.
 Ahora, ambos nos preparábamos para la recta final, porque mi gentil criminal quería acabar con todo eso y al fin poder casarse y vivir conmigo sin ningún peligro acechando.

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 Estudiamos nuestro próximo paso: Rocco Gilardino, pues la vida de Odette dependía de ello.
 Michael sabía de mi preocupación por eso y me prometió que no pasaría lo mismo que con Clarissa, así que después de lo de Annie, Michael y los muchachos se enfocaron en seguirle los pasos a Rocco.
 Era ya Jueves cuando montamos guardia por toda la zona norte, yo estaba también allí, aunque Michael me quería lejos del peligro, pero a la vez sabía que quería vengar a Clarissa. Y eso lo comprendía totalmente, y  había que terminar el trabajo,  para ser libres.
 Ese Jueves  mi mente se llenó de recuerdos, era mi noche de show y vi mucha gente conocida acercarse al casino. Ahora no consideraba eso mi mundo sino una ilusión a la que me aferraba para poder sobrevivir. Mi realidad había llegado con Michael y las piezas dispersas encajaron para armar mi mundo y el de él.
 Ahora Scarlet Jones se escondía dentro de un automóvil, vestida de hombre y armada, con el alma en un hilo por el peligro al que se exponía el hombre que amaba.
  Sabíamos a qué hora cazar a Rocco porque un empleado del Break O´Dawn nos contó que Odette salía de noche, con mucha frecuencia, y que también había visto a Rocco aparecerse por el casino a esas mismas horas. El empleado, por supuesto, no le encontraba el sentido a nada de eso, pero nosotros sí. Y había que planear el golpe rápido.

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 Eran las diez y treinta, ella no debió salir sola pero, desesperada, Odette salía a escondidas de noche del hotel para buscar trabajo en otro lugar. Cualquier bar le serviría, por ahora, para alejarse del Break O´Dawn. Aquel lugar estaba perdido, Scarlet, Clarissa y Raúl estaban muertos y ella estaba aterrada.
 Ingenua, pobre ingenua, no podía darse cuenta de que un Plymouth negro la seguía siempre y esa noche no era la excepción, ese Plymouth la espiaba por si ella se encontraba con Scarlet Jones e iba a secuestrarla ahora para interrogarla con respecto a la fugitiva y su amante negro. Cosas de las que ella no sabía nada, pero eso de nada la salvaría.
 Sus tacones sonaban sobre la calzada como tantos otros que habían encontraba la muerte en algún callejón.
 A las diez y cincuenta sintió el automóvil frenar de golpe junto a ella en una calle concurrida del centro de Chicago, un hombre de negro salió de el a una velocidad que no le permitió reaccionar y la tomó del brazo.
 Estaba perdida.
 ¿Oh no? El hombre de negro la apartó del camino y la metió dentro del carro con fuerza, pero el peligro no lo corría ella sino la gente que estaba en la calle puesto que se había desatado una balacera terrible en aquella zona. Pero ella quedó a salvo de eso, porque precisamente, la habían metido dentro del carro.
 El hombre de negro que la había sacado de la calle estaba allí dentro con ella, mirándola con angustia:
-¿Estás bien?- le preguntó.
 Simon había ido en el Plymouth de incógnito, siguiendo los pasos de Rocco que no estaba solo, la pandilla de Luisito estaba con él.
 Michael me dejó oculta en otro carro, con el motor encendido y al volante, mientras él se acercaba por la calle hacia Rocco; y Tony y Rupert se encargaría de los ocultos Luisito y sus tres hombres.
 Rupert y Tony matarían a Luisito y sus hombres mientras Michael iba tras de Rocco y Simon se llevaba a Odette del lugar. Ése era el plan, pero no todo salía siempre bien.
 Rocco, como siempre, pretendía acercarse a Odette como lo había hecho ya, pero esta vez la secuestraría con la ayuda de Luisito y sus hombres. Michael iba vestido de blanco caminando por entre las sombras, confiado en que los hombres de Luisito estarían anulados por Tony y Rupert.
 Pero ni Michael, ni ninguno de nosotros imaginó que el mayor peligro era Rocco solo. Demasiado confiado, Michael pretendía abatirlo apenas estuviera a unos metros de él y sin obstáculos en el medio, o sea Odette.
 El Plymouth frena de golpe, Odette es rescatada, los hombres de Luisito y Luisito mismo son atacados y se arma una balacera, Michael saca su Walther y apunta hacia Rocco, pero no se percata de que Rocco tenía instintos de fiera y era tan astuto y hábil como él, así que ya se había dado cuenta que Michael estaba allí, lo había sentido llegar y voltea arma en mano. Ambas pistolas disparan y Rocco es impactado en un costado, pero permanece firme y le dispara a Michael.
 Corrí con el auto a buscar a Michael, y me encuentro es con una horrible escena allí en la calle: Michael estaba tirado en el piso y Rocco todavía de pie, muy débil y tambaleante, pero de pie y mirando a Michael con un desprecio abrumador. No sabía de dónde sacaba fuerzas aquel hombre bestial que no se debilitaba con la herida de bala en el pecho. Tenía la necesidad de humillar a Michael, de pisotearlo antes de matarlo.
 Mucho me había hablado Michael de eso, de cómo lo discriminaban y lo despreciaban, y yo no había visto eso con mis propios ojos hasta ese momento. Me dolió en el alma y salí del carro con mi Tokarev TT30 en mano, desesperada por salvar a Michael antes de que fuera tarde.
 No me importaba nada, Rocco había alzado su pistola otra vez muy perplejo por mi llegada, pero era yo o era Michael y decide apuntarle a Michael en la cabeza. Gran error, otra vez me subestimaban.
 -¿Te acuerdas de mí?- me rabia hizo reaccionar al hombre, me miró atontado –Sí, soy yo, bobo, Scarlet Jones-
 Y le disparé tres veces en la cabeza.
 Yo maté a Rocco Gilardino y hubiera caído en la histeria si no hubiera visto antes a Michael despierto y mirándome.
 Pude ver que Michael no estaba gravemente herido y que Rocco en cambio, yacía inerte sobre la acera empañada de sangre y balas.

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 Odette no podía hablar de lo confundida que estaba, había un hombre preocupado por ella allí, así que se tranquilizó. Hubo un tiroteo en la calle, no sabía qué pasaba.
 El carro arrancó pero no rodó muy lejos, el chofer sólo quería alejarse de la zona. Estaba segura de que el hombre de negro la había salvado y quedó impresionada, porque Simon se comportaba como todo un caballero con ella y eso no lo había visto nunca antes.
 -No temas, estás a salvo- le dijo aquel hombre elegante y gentil.
 Pero algo angustiaba a aquel hombre de negro y otro tiroteo alertó al chofer y al hombre de negro aún más. El Plymouth giró violentamente y se dirigió hacia donde provenía el otro tiroteo.

jueves, 10 de marzo de 2011

Capítulo XVIII

 Y Scarlet Jones no regresó más al apartamento de Simon Pileo en el edificio “Brick” del West 24Th, desde ese día ella y su amigo de blanco se escondieron del mundo civilizado en el pequeño refugio de los bajos fondos donde vivía este.

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 Pero los trabajos con la banda debían continuar, muy a su pesar y de la felicidad por la que atravesaban, pues había mucho que quitar todavía de su camino.
Simon no permitió que Michael fuera solo al North Value.
 En el transcurso de la semana había hablado con McCluskey para darle información sobre Frank Santino: Simon averiguó dónde se escondía y el Martes mismo citó a McCluskey en un bar. Dio la grandísima casualidad que el tema de Annie salió a la luz y McCluskey comentó que ella tenía un apartamento en el North Value. Simon no preguntó, ni modo, cómo sabía él eso, ya se lo suponía. Así que en aquella cita ya había solucionado dos problemas, y ya tenían dónde atrapar a Annie.
 Pero el apuro era que Frank se iba de Chicago esa semana y el detective debía detenerlo antes de eso. Así que él se encargaría de Frank.
 Lo que dejaba el camino libre a Michael ante la misión más difícil, pues nunca imaginó que debía matar a una mujer, pero ahora no solo debía hacerlo, sino que quería hacerlo con sus propias manos.
 Había pasado todos esos días con su Scarlet, porque ella ahora vivía con él, y aquello le dio la seguridad completa de que quitaría del camino lo que se atreviera a amenazar su felicidad.
 Yo estaba afligida, aunque sabía que Annie no representaba tal peligro para él estando así indefensa como estaba. Pero no quería ver a Michael enfrentando esos trabajos, no quería ver a Michael matando. Pero él aquel día iba con Simon, Tony y Bob, y, antes de irse, me besó en los labios bajo el umbral de la puerta de nuestra casa -al final del estrecho pasillo del tercer piso del viejo edificio “Vigilante”- y me dijo que cerrara bien todo y que me enfocara en los preparativos de nuestra boda. Que él estaría en casa antes de la media noche, que lo esperara.
 Yo lo vi marcharse en el Ford Deluxe negro de Simon desde la ventana de la sala, con ojos desvalidos.
 Michael iba extremadamente callado, pero los muchachos le daban ánimos, lo esperarían en el carro a la esquina del edificio mientras Tony le cuidaba la espalda. Él agradeció mucho ésa compañía, pues le fue muy difícil despegarse de los cálidos brazos de su prometida para ir a enfrentarse a una mujer que le repugnaba, pero ahora no estaba solo y lo consolaba que su Scarlet lo esperaba en casa, que ya el apartamento no estaría solo, y, lo más importante, ya cuando la amenaza de Annie hubiera desaparecido por completo.
 Se enfocó en esa felicidad que lo esperaba a tan sólo tres horas.
 -¿Cómo saben que Annie vendrá justo esta noche a aquel apartamento?- habló al fin.
 -Porque está vigilada y la policía averiguó hace días que ella y Antonio están separados. Debe de vivir ya en ese apartamento- le dijo Simon.
 -Claro, un matrimonio por conveniencia como ése. Ya de qué les sirve a esos dos- comentó Tony que iba al volante- Annie y Antonio al fin deciden dejar esa hipocresía y ese teatro. Están perdiendo el poder y se dispersan como ratas que huyen del barco que se hunde-
 Michael bufó, estaba callado, furioso, indignado. Muchos sentimientos a la vez porque estaba en plena luna de miel y sólo quería estar en casa con Scarlet, pero no podía.
 Ya el odio había pasado a un segundo lugar, no cabía en su mundo ahora.
 Pero el que se atreviera a hacerle daño a su Scarlet o a amenazarla, ya se ganaba una cita inmediata e irrechazable con él.
 Y por cierto, tenía la impresión de que ahora los muchachos los respetan mucho más. Simon no dijo más nada con respecto a él y Scarlet desde el Viernes por la noche. Él era ahora más hombre ante ellos, y su unión con Scarlet ya era sagrada. Michael simplemente la tomó antes del matrimonio, la hizo suya y se la llevó de casa de Simon, desafiando a toda la sociedad, incluso la misma tradición de la mafia, y fortificando el amor al estilo del mundo de las sombras. Él y Scarlet hicieron las cosas a su manera sin importarles la situación en que estaban ambos.

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Y en efecto, Tony tenía razón, Annie se encontraba enjaulada en su apartamento de lujo, y cual pantera encerrada, se paseaba de un lado a otro por toda la sala. Ella era muy intuitiva, veía de cerca la perdición de su marido, por lo tanto, aquella farsa ya no tenía sentido.
 Se tomó otro trago de whisky, ya era el tercero.
 No quería aceptarlo, pero por primera vez en mucho tiempo, se sentía derrotada.
 Nunca había visto a la policía tan cerca del centro del imperio Gilardino, y todo por culpa de McCluskey. McCluskey la había traicionado, ya varios capos que eran clave en la organización estaban muertos. “No son todopoderosos” recordaba aquellas palabras.
 Lo peor de todo eso –pensó la mujer ahora parada frente a la ventana mirando hacia la ciudad- era que estaba allí sola, abandonada y a nadie le importaba.
 A Annie nadie la había amado y ahora eso le estaba pegando duro.
 Quería tirar el vaso de whisky y estrellarlo contra la pared, pero el teléfono suena: Era el portero quien la llamaba para avisarle que había un hombre allá abajo que la solicitaba.
 De muy mal humor, Annie deja el trago sobre la mesa. Nadie, excepto sus amantes y El Martillo, sabían de aquel apartamento. Tenía miedo, Annie veía traiciones por todas partes.
 Dio más vueltas nerviosa, no bajaría.
 Volvió a sonar el teléfono, el portero estaba muy urgido y supo que era una emergencia. Entonces la mujer soltó una carcajada recordando ¡Era El Martillo! ¿Quién más? Venía a traerle las orejas y los dedos de Scarlet Jones, más los dientes y un ojo. Eso lo explicaba todo, aquella misteriosa visita.
 Alucinando, la mujer se arregló el pelo y el maquillaje frente al espejo para bajar a recibir su premio.
 Los diecinueve pisos se bajan rápido, al instante ya estaba en la entrada y lo que se encontró allí fue la soledad absoluta.
 Eran apenas las diez de la noche ¿Dónde estaba el portero, los vigilantes?
 Ella no sabía que dos estaban muertos y uno maniatado en un rincón oscuro del cuarto de limpieza del edifico.
 Subió a su apartamento otra vez con una extraña sensación en las entrañas. La puerta  estaba cerrada y las luces apagadas, tal como las había dejado.
 Entró y cerró otra vez, pero antes de prender la luz una voz hace que le salte el corazón:
 -¿Cómo estás, Annie?- habló con finura.
 Estaba alucinando, había bebido demasiado whisky. Annie se tambaleó del impacto y casi se cae.
 -¿Estás bien, Annie?-
 No, no estaba bien, estaba mareada y alucinaba.
 Se sentó en el suelo y al fin el extraño encendió la luz. Pudo ver que un hombre con traje blanco estaba cómodamente sentado en su sillón y se fumaba un cigarrillo.
 Pero Annie nunca le vio el rostro.
 -Mírate no más, Annie- continuó la voz –Una mujer perfecta, que lo tiene todo, educación, belleza, inteligencia, dinero, sensualidad…y nadie te quiere-
 Aquel extraño había herido a la poderosa Annie en lo más profundo. Se quedó oyéndolo con una expresión vacua y desolada.
 -Tanta belleza…- el extraño encendió la lámpara de la mesa y Annie lo vio, un joven moreno vestido de blanco y de maneras muy refinadas- tanta belleza…- y el joven se paró y se le acercó meneando la cabeza con lástima- y lo que haces sentir, Annie, es repulsión ¿Será posible? Sí, sí es posible que algo tan bello sea tan repulsivo y simplemente basura-
 -¡Maldito malandro callejero!- Annie estaba fuera de sí, borracha, tirada en el suelo. Michael suspiró con fastidio y sacó su pistola -¡Cómo te atreves…??- seguía balbuceando la mujer.
 -¿Cómo te atreves tú, basura?- la atajó el joven con una calma muy fría -¿Cómo te atreves siquiera a hacerle algo a Scarlet Jones, basura? Ni en un millón de años, ni con la belleza de mil diosas podrías compararte con ella-
 Solo un disparo retumbó por los pasillos. Un tiro certero directo al cerebro y listo, la mujer cayó muerta y la lujosa alfombra de la sala se bañó de sangre.
 El criminal de blanco desapareció del departamento y un auto encendido lo esperaba en la esquina.

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 La mujer muerta en su apartamento, la sangre en la alfombra, un desconocido entró por la ventana… McCluskey tuvo que cubrir el crimen con pesar.
 -Oh, pobre Annie- lamentó, pero él ya sospechaba que así terminaría Annie Gilardino.