miércoles, 9 de febrero de 2011

Capítulo XVII

 Nunca había pasado por aquellas callejuelas, eran los patios traseros de los edificios de la zona, que no eran muchos ni tan apiñados como en el centro de Chicago.
 Michael se conocía cada rincón y atajo posible, y me llevaba ahora por allí como si fuera un paseo, sonriente y contento, y los rayos del sol nos bañaban dándonos calor.
 -No tengas miedo, Scarlet, tengo el presentimiento de que hoy nada malo es posible- me dijo y mis labios esbozaron una hermosa y sincera sonrisa.
 Hacía tiempo que no salía, de hecho era mi primer paseo en mucho, mucho tiempo. La mañana se presentaba completamente mágica para mí. Y eso era contradictorio.
 Me preguntaba qué pensaría la gente si llegara a vernos pasar por allí: una pareja bien vestida, cruzando callejas traseras de la mano y muy alegres, así como íbamos nosotros. Y con un destino aún más extraño, un misterioso y encantado cementerio.
 Debíamos tomar un taxi que nos llevara a Midlothian, y de allí caminaríamos un largo trayecto por Oak Forest hasta nuestro destino. Un apartado trayecto a solas con él.
 Habían muchas emociones en mí y en él también.
 -¿Tú crees que de verdad hayan fantasmas en este lugar?- íbamos ya caminando por el sendero entre matorrales y árboles. No podía evitar sentir un escalofrío, me daba cuenta de lo solitario y apartado que era aquel camino- Es la primera vez que vengo a Bachelor´s Grove, el único chance que tenía para venir era escapándome un Domingo y viniendo sola para acá… y he escuchado muchos cuentos. Sola no podía venir-


 -No, claro que no- dijo él –Y si me preguntas, sí creo que por aquí hay almas atormentadas- me abrazó para darme seguridad, porque el camino era inhóspito y la cercanía de las tumbas de su familia lo ensombrecían mucho. Hacía frío y mi abrigo no era suficiente. Solo así dejé de sentir escalofríos, porque él me daba todo su calor.
 Tenía miedo, me parecía terrible estar allí solos con tanta gente que nos andaba buscando para matarnos.
 -Michael, yo creo que esto es una locura. Estamos en el lugar perfecto para que nos atrapen como unos tontos y nos maten-
 Él notó mi miedo y se detuvo para mirarme a los ojos. En eso una oleada de deseo nos sacudió y yo, en vez de besarlo como quería, me aparté de él rápidamente y continué el camino.
 Michael vio frustrado su primer intento por besarme, pero no dejaría que la torpeza y la inseguridad lo dominaran otra vez. Con firmeza siguió hasta mí y me abrazó como si nada hubiera pasado. Pero esta vez había sacado su Walther de la pistolera y la llevaba en la mano ya sin el seguro. Y me propuso hacer lo mismo yo.
 Llevaba la Tovarek en la cartera, puesto que con vestido no podía llevar una pistolera, así que la saqué y la llevé en mi mano también.
 -¿Tienes frío?
 -No, Michael, ya no-
 Curioso, pero aquel viento parecía sonar como lamentos y aquello impregnaba todo de melancolía.
 -¿Tienes miedo?-
 -No, porque estoy contigo-
 -Es un lugar macabro, hubiera preferido que mi familia estuviera enterrada en el Queen of Heaven y no en este lugar- comentó con tristeza.
 -Eso no lo pudimos decidir nosotros- le dije, y solo nuestros pasos se oían ahora entre intervalos de silencio absoluto.
 -He venido antes, Scarlet, nadie viene aquí. Ni siquiera esos salvajes de los bajos fondos, todos le tienen miedo. No corremos peligro aquí- respiró hondo- Y eso, en parte, me gusta mucho-
 -Sí, a mí también me gusta la soledad. Es en soledad cuando yo puedo ser yo. Nunca pude ser yo fuera…- comenté.
 -Igual que yo, lo mío eran sólo las sombras y me temo que siempre será así… pero ahora te tengo a ti, alguien con quien compartir lo que soy. También tengo algunos amigos- sonó muy relajado y tranquilo.
 -Lo sé- me abracé a su brazo- He oído muchas leyendas de aquí ¿Serán verdad?-
 -Lo creo, es un sitio lleno de tragedias y horrores. Hay almas en pena- dijo él y, lo que parecía un búho, ululó a lo lejos, como si estuviera confirmando lo que Michael decía.
 En eso ya llegábamos al cementerio, las primeras tumbas asomaban a lo lejos entre la hierva-



 -Mira donde están ellos- el dolor al fin se apoderó de mí. Me parecía horrible que nuestras familias estuvieran allí olvidadas y sin dignidad por culpa de la maldad de otros.
 -Ven, Scarlet, mira- él ya sabía dónde estaban los Jackson, me apretó la mano con nerviosismo y me llevó tras unos árboles, y en efecto, allí atrás de un grupo de árboles, y en medio de una sección de tumbas, estaban tres lápidas cubiertas de matojos que él me señaló –Míralos…- Michael estaba llorando, nunca lo vi así aunque sabía que era un hombre que no podía ocultar sus lágrimas –¿Por qué?- repetía. Se puso a limpiar las lápidas olvidadas arrancando matojos, y mi dolor aumentó, porque mi madre no había tenido a nadie que siquiera limpiara su tumba en estos quince años.
 Habían unas flores silvestres en el bosque que Michael fue a recoger, para él y para mí, y las suyas las puso sobre las tumbas.
 Yo me sentí mal por haber rehuído de su beso en el camino, quería consolarlo, era la persona más bella y necesitaba de mi cariño. Pero el mundo y la vida que habían llevado a eso,  me habían implantado una desconfianza natural e instintiva contra los hombres, me habían implantado una desconfianza en todo. Y sé que Michael sabía eso, por eso tenía mucha comprensión conmigo.
 -Papá, mamá- habló como si estuviera acostumbrado a hablar con las lápidas. Seguramente las veces que habían venido solo les había hablado, y mucho –Ella es Scarlet, mi prometida. La amo-
 Me besó la mano, y yo le sonreí.
 Aquella presentación me conmovió y esta vez le sequé las lágrimas con los dedos y lo besé en respuesta.
 Y aquel beso fue diferente a todos los anteriores, y estaba empañado por las lágrimas de los dos.
-¿Cómo se llama tu madre?- me preguntó, era hora de ir a verla a ella. Nuestras frentes estaban juntas y sentía su dulce aliento en mí- Scarlet ¿Cuál es tu verdadero nombre?-
 Y entonces fue cuando me acerqué a su oído y mis labios rozaron su oreja para susurrarle mi verdadero nombre.
 Nuestros corazones latían muy fuerte por aquel beso, y por tantas emociones; y yo, porque ya sentía la cercanía de mi madre.
 Michael conocía el lugar y encontró la tumba, estaba muy apartada y mucho más olvidadas que las demás. De casualidad se podía identificar.
 Había lamentos en el aire.
 Él me ayudó a limpiar la tumba, arrancar los matojos y apartar las hojas. Le puse las flores que Michael me dio y así le devolvimos un poco la dignidad a mi pobre madre.
 Ante mi dolor y mis lágrimas, Michael me besó otra vez y mis brazos rodearon su cuello. Ya no eran aquellos besos de novios, sino de amantes.

---*---*---*---
 Las pistolas se habían quedado sobre la tumba como únicos testigos de aquella pasión.
 Estaba completamente segura de Michael, convencida de su deseo y compromiso por llevar una vida decente y compartirla conmigo, quería casarse, no buscaba sólo el placer sino una compañía, una mujer para compartir su vida. A mí.
 Me aceptó tal como era, y eso ya lo decía todo.
 Nos quedamos en silencio, sentados sobre la lápida de un tal Carl Leitherman, con una mirada confidente porque no hacían falta palabras.
 -Scarlet, amor, tú y yo aunque no tengamos todavía papeles que lo ratifiquen, ya estamos unidos desde hace tiempo- susurró al fin.
 Asentí.
 -Yo nunca te defraudaré. El mundo es malo y sé que muchos mienten cuando dicen esto, pero yo no te defraudaré. Seré lo peor que haya, soy un asesino, pero como hombre no defraudaré a mi amada-
 Aquellas palabras me sacaron lágrimas, él todavía tenía los ojos húmedos, pero con mis besos se alegró su alma.
 Debíamos irnos porque se hacía tarde y se acercaba el peligro, pasamos por la tumba de mi madre para dedicarle unos rezos, y también por las tumbas de los Jackson, y allí vi a Michael todo lo desvalido y lo vulnerable posible. Me necesitaba demasiado, él estaba más solo que yo.
 Dos personas como nosotros llevaríamos nuestras penas por siempre, nadie más hubiera podido entendernos.
 -Scarlet- me llamó, aún con la mirada en la pequeña lápida de su hermana- En este mundo debemos vivir en las sombras-
 El viento aulló y me dio un poco de miedo.
 -Ya no habrá más sociedad, ni gente, ni espectáculos públicos, restaurantes, salidas nocturnas a los lugares de moda ¿Sabes?- me ofreció su brazo y lo tomé, al fin nos íbamos- Yo sé que estabas muy acostumbrada a eso, que era tu mundo, toda esa gente-
  -Y la hipocresía más que nada- le recordé.
 -¿No lo extrañas?-
 -No-
 Hubo una pausa, luego yo agregué:
 -El escenario era mi mundo, el único momento en que disfrutaba de estar viva. Pero no lo demás-
 Entonces él se detuvo un momento para mirarme a los ojos nuevamente:
 -Amor, Scarlet, deseo que me acompañes. Dime si aceptas… dime si aceptas esto… dime si aceptas las sombras-
 -Michael, por supuesto. Y tú ya has aceptado a una mujer que otros no aceptarían-
 -No te subestimes así. Tú no eres peor que yo, no lo olvides- me replicó pacientemente, con esos ojos apacibles- Tú eres lo más puro que haya visto, y nunca imaginé que pudieras amarme, Scarlet, nunca-
 Emprendimos el camino otra vez.
 -Pero ya debes de saber lo duro que es mi mundo- continuó.
 -No te olvides que también es mi mundo- le recordé.
 -Scarlet, has logrado sobrevivir por…- no hallaba las palabras –Me hacen pedazos porque soy delicado, tengo voz fina, ya sabes. Por todo atacan aquí. Y tú has estado alejada de todo esto, aunque seas parte de la mafia también. Para mí ha sido muy, muy difícil ganar algo de respeto, pero ahora ustedes me están ayudando mucho- sonrió- Solo quiero estar seguro que en verdad serás feliz conmigo-
 -Ya soy feliz- le aclaré con una sonrisa.
 Una luz se coló entre los árboles y cayó cálida sobre nosotros.
 Los ojos de Michael habían adquirido una profunda melancolía. No había nada que yo pudiera hacer para aliviar su alma. Aunque también mi alma cargaba con la misma pena, él cargaba con mucho más. Tres personas, que eran su familia, más toda una vida de discriminación y persecución.
 Anduvimos todo el solitario y siniestro sendero de regreso tomados de la mano. El contacto de su mano con la mía me hacía sentir una pasión mayor que todos los besos y abrazos que había recibido a lo largo de mi vida.
 Aquel sendero era triste y veníamos callados, pero era el único lugar donde podíamos estar solos y en paz, así que antes de llegar a la calle y a la ciudad, Michael se detiene y me toma por la cintura para atraerme hacia él.
 Ya era muy tarde y el trayecto largo, las almas atormentadas del lugar comenzarían a rondar.
 Hizo un esfuerzo por separase de mí.
 -Nunca creí que encontraría a alguien con quien pudiera conectarme. Soy tan feliz- y fue cuando me susurró al oído:
 -Ven, vamos a mi apartamento-
 Y así, ese fue el momento en que yo, Scarlet Jones, dejaba la ciudad y me perdía por completo del mundo y las sombras me daban la bienvenida.